La generación de cristal, visión mamá

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Tenemos que adaptarnos a esta era, no nos queda de otra, y eso implica que tenemos más trabajo como padres, debemos estar más pendientes de nuestros hijos, porque ahora están más expuestos al mundo; van a recibir insultos, desaprobación, van a perder muchas veces ante una audiencia amplificada que además va a grabar su falla”.

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Hablemos un poco sobre la Generación de Cristal. Pero antes debería explicar su concepto. Conversando un poco sobre el tema con mi amiga Verónica Jiménez, Doctora en Educación, Psicóloga Clínica y Directora Académica en Poliestudios, me comentó lo siguiente: “Se los denomina generación de cristal por la fragilidad que implica estar en la vanguardia de la tecnología, pero no saber cómo procesar esas grandes cantidades de información; también por la cualidad efímera que tienen sus vínculos y sus emociones”.

Mi punto de vista como mamá

Es normal como padres, preguntarnos constantemente si estamos haciendo bien nuestro trabajo en cuanto a la educación de nuestros hijos.

Cuando durante una etapa de su crecimiento, siento que la técnica aplicada funciona, empieza una nueva etapa y esa técnica ya no sirve, así que volvemos a empezar. El aprendizaje es continuo, tanto para mi hijo, como para mí. Esto puede llegar a ser muy frustrante y agotador, pero es parte de la maternidad. Los hijos crecen y cada etapa de su crecimiento representa nuevos retos para ellos y para nosotros.

Eso sí, una cosa es clara y no cambia en ninguna generación: nuestro deber es amar, criar y educar a nuestros hijos.

Tecnología

No podemos usar nuestra niñez como referencia, porque estamos en otra época; los niños están viviendo una era tecnológica que nosotros ni imaginábamos. El método de aprendizaje está cambiando, ya no tienen que leer libros para hacer una consulta, ni usar su imaginación cuando escuchan sobre otro país, porque ahora lo pueden ver todo en una pantalla.

Satanizar la tecnología no es viable, porque tiene muchos aspectos positivos y, queramos o no, ahora es parte de la vida de nuestros hijos. Debemos aceptarla y usarla de forma que beneficie a todos.

Conversando con unas amigas el otro día, una de ellas nos decía que cuando le mandaban una tarea de consulta a su hijo, ella le presionaba a consultar en libros físicos, como hacíamos nosotros, para incentivar su uso, lo cual me pareció una gran idea. Ante eso, otra amiga le dijo que eso ya no tiene mucho sentido, porque, aunque no nos guste, ellos ahora tienen la tecnología en la palma de su mano y no podemos exigirles usar métodos antiguos. Yo tampoco lo había visto de esa forma, y tiene razón.

Los niños ahora pueden consultar cualquier materia o tema de interés, en línea. Nosotros como padres, lo que debemos hacer es incentivarlos a ser autodidactas, que les guste investigar y aprender; pero ojo, sin dejar de estar pendientes de lo que investigan y sin dejar de supervisarlos; no por falta de confianza, sino porque el internet no tiene suficientes filtros y a los niños les puede llegar información no apta para su edad. Por eso es tan importante estar involucrados.

OJO: No estoy restando importancia a los libros físicos ni a la lectura. Llevarlos a una librería y dejarles elegir libros de su interés es primordial. Recuerda que no hay malos lectores, simplemente aún no han encontrado el libro adecuado.

La generación que se queja por todo

He leído algunos artículos sobre la generación de cristal. Mayormente habla de niños y adolescentes sensibles, que no toleran muchas cosas, son sobreprotegidos, frágiles, tienen baja autoestima y no confían en sus habilidades. Esta es, por desgracia, la otra cara de la tecnología; pero no es sólo eso, los padres tenemos mucho que ver ahí.

El carácter, los valores y la salud mental de nuestros hijos se desarrollan en casa; no en la escuela, no en redes sociales, no con los amigos, en casa.

A veces nos olvidamos que nosotros como padres somos responsables de amar, criar y educar a nuestros hijos y eso implica muchas cosas que muchos padres han elegido ignorar.

No podemos echar toda la culpa a la tecnología, ni tampoco pretender que la tecnología se encargue de educar a nuestros hijos. No podemos echar la culpa al maestro de su escuela y pensar que es deber de él/ella educar a nuestros hijos. El deber de un maestro es enseñar una materia, no enseñarles valores o disciplina.

De qué sirve que un maestro llame la atención a un niño por haber insultado a otro, si ese niño en casa escucha a su padre o madre insultar a otras personas.

Me da mucha pena ver niños violentos, que insultan y agreden a sus semejantes, y lo hacen como si fuera normal; claro, porque lo ven en casa, o porque tienen algún problema en casa.

Me incomoda un poco ver a muchos padres quejándose de la tecnología, de las escuelas, de los maestros, de la pandemia, como causas de los problemas que tienen sus hijos, cuando los llamados a ayudarlos primero que nadie, somos justamente los padres.

Demonios, no es fácil ser madre y/o padre, pero es nuestro principal deber, somos nosotros quienes les enseñamos desde lo más básico, como comer o lavarse los dientes; hasta lo más importante, como amarse a sí mismos y respetar a los demás.

Conclusión

Tenemos que adaptarnos a esta era, no nos queda de otra, y eso implica que tenemos más trabajo como padres, debemos estar más pendientes de nuestros hijos, porque ahora están más expuestos al mundo; van a recibir insultos, desaprobación, van a perder muchas veces ante una audiencia amplificada que además va a grabar su falla. Imagínense a ustedes como niños en esa situación y vean si aguantarían tanta presión social. Nuestros hijos están aguantando muchas cosas y nos necesitan ahora más que nunca. Por favor, no los descuidemos y valoremos su esfuerzo, porque les ha tocado crecer a una velocidad sin precedentes. Tampoco descuidemos su educación, esa que es nuestro deber inculcar.

Como madre, tengo muchas fallas, estoy consciente de eso. Trato de mejorar, cuando siento que no puedo manejar una situación, o no sé que hacer, busco ayuda de un experto. No somos perfectos, pero la clave está en buscar ayuda y aprender.

Un abrazo,

MJ

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